El museo y la experiencia turística

Finalizamos los artículos correspondientes a la cadena de la accesibilidad, haciendo una reflexión general de lo que significa la experiencia turística y/o cultural. Como comentábamos en el artículo “Transporte, eres tú y tus circunstancias”, si queremos que las personas visiten nuestras entidades, tenemos que saber que la forma cómo se llega puede afectar a la accesibilidad general del establecimiento. De esta manera, debemos pensar que hay personas que pueden ir y volver en el mismo día a nuestro museo, mientras que otras pueden estar pasando varios días de vacaciones o pernoctar por otros motivos en la localidad donde nos encontramos. En este momento entran en juego nuevamente las sinergias que se puedan establecer con los recursos que tenemos en la zona. De la misma forma que para una persona que se aloja en un hotel, le puede resultar útil un plano con lugares interesantes y accesibles para visitar, a una persona que quiere ir a visitar un museo en otra ciudad, le puede resultar útil saber qué alojamientos accesibles tiene a mano. Se trata de que los recursos se conozcan mutuamente y proporcionar a las personas visitantes una experiencia grata y satisfactoria. Esta situación se hace mucho más necesaria donde los recursos son escasos, hay pocos alojamientos y están alejados; nuevamente os proponemos establecer sinergias donde por ejemplo haya un servicio de transporte o unas rutas consensuadas entre varios establecimientos. Ahora bien, no todo aquello que se considera accesible a priori lo es, así que repasamos unas pautas básicas para entender un alojamiento accesible.
  • Tiene al menos una habitación para personas en silla de ruedas.
  • El recorrido desde la entrada, desde la recepción, desde el restaurante o comedor y desde el ascensor hasta la habitación accesible, debe ser libre de obstáculos, con un ancho de paso suficiente (al menos 1,20 metros).
  • En todo el recorrido debe estar señalizado el itinerario hasta la habitación y la habitación accesible en sí deben estar bien señalizada (en otro artículo explicaremos en qué consiste la señalización accesible).
  • La puerta de la habitación accesible tiene que tener suficiente espacio antes y después, se debe poder inscribir un cilindro de al menos 1,20 metros de diámetro.
  • Tanto la puerta de la habitación como la del baño, deben tener un ancho de paso de al menos 80 cm.
  • Dentro de la habitación debe haber espacio para inscribir un cilindro al lado de la cama, de al menos 1,5 metros de diámetro, porque es necesario poder girar para maniobrar dentro y luego salir. Esto quiere decir que ese cilindro no puede estar invadido ni por la apertura de la puerta, ni cualquier otro elemento.
  • Una vez dentro debe haber al menos un espacio de transferencia al lado de la cama, siendo recomendable que sean dos espacios libres, uno a cada lado de la cama.
  • El baño dentro de la habitación debe tener los mismos criterios de accesibilidad que comentamos en artículo anterior, hemos de añadir una ducha a ras del suelo, que también cuente con espacio para la transferencia y barras de apoyo.
  • Aunque la normativa marca que haya un asiento de ducha, la experiencia nos ha demostrado que es más aconsejable contar con sillas de ducha híbridas, porque brindan más seguridad a las personas usuarias y permiten una mejor higiene íntima, sobre todo en el caso de las mujeres.
  • Dentro de la habitación, los muebles deben contar con espacio de acercamiento y estar a una altura adecuada.
  • En cuanto a la comunicación, hay ayudas sencillas que pueden hacer más accesible la estancia, por ejemplo, despertadores por medio de vibración, avisos luminosos e información en braille.
Y de esta manera terminamos nuestro recorrido por un pequeño ejemplo de la cadena de la accesibilidad, en este caso analizando la visita a un museo. En los próximos artículos analizaremos temas transversales, como la señalización, el trato adecuado, etcétera.

Diseño correcto para un mundo diverso

Diseño correcto para un mundo diverso